4.24.2008

relaciones personales

Es raro que a veces uno tenga una relación especial con algo o alguien, por lo menos para mí. Llevarme bien con las personas no es mi mayor especialidad. Sin embargo, con las contadas y precisas he logrado una afinidad impensada, dada por las más diversas razones: políticas, musicales, cinematográficas o simplemente porque se tenía que dar. Eso es bueno. Pensé que algunas no iban a romperse, sin embargo eso pasó y no creo que tenga vuelta atrás. Eso también es bueno. El asunto es que uno siempre necesita tener una relación especial, ya sea para sentirse parte de algo, para hacer algo por el mundo, para entregarse a alguna causa, para entregarse a otra persona, para odiar, crear, imaginar, reir, disfrutar, para hacer y deshacer.
Años atrás tuve un vecino que tenía hemiplejia. Éramos muy amigotes. Llegabamos del colegio y de inmediato nos íbamos a la plaza que quedaba frente a nuestras casas. Así pasabamos la tarde, pateando la pelota, sucios, hediodos a culo, con el pelo empapado en sudor y la ingenua idea de que siempre todo iba a ser así. Era divertido jugar a la pelota con él, porque era cojo y tenía el brazo derecho más corto, pero lo intentaba y en ese intento nos cagábamos de la risa. Se creía Ruud Gullit. Hace pocos días me encontré con su hermana y me contaba lo que fue de sus vidas después que se fueron del barrio. Sus padres se separaron, ella se fue con su madre y mi amigo cojo, con su viejo. Ella estudiaba en un instituto algo que ya no me acuerdo y él termino preso por andar robando radios, entre otras cosas. Es raro imaginarse a un lanza cojo. O sea, mi amigo igual era rápido, como que la pata de chicle le daba un impulso medio anormal. Y me pasé toda la noche intentando reconstruir una amistad que fue. Terminé recreando todas las cosas que fueron y que podrían haber sido.
La verdad es que nunca antes había pensado en mi eventual vida si no hubiera muerto mi viejo. Que difícil saberlo. Porque a estas alturas ya tengo bien pocas referencias suyas. Es complejo imaginarse algo que no se ha tenido, reconstruir un lazo que nunca estuvo. De hecho, me cuesta escribir la palabra "viejo", me suena forzada, como inundada de una carga negativa, un tanto falsa e irreal. Claro, imaginé tardes en la plaza, imaginé el aplauso desde la galería en los partidos de fútbol, las felicitaciones por haber entrado al Instituto Nacional, una despedida nerviosa antes de ir a rendir la PAA, el saludo cariñoso y medio copeteado en el asado de festejo por la titulación. Me imaginé unas cuantas borracheras junto a mi viejo, hablando de las contrataciones de la Unión y de una que otra decepción amorosa. Fueron varias las situaciones que aparecieron, pero siempre con un ente borroso como imagen paterna. Un fantasma, un cuerpo sin cara, un rostro con mosaicos, qué sé yo.
Fuerte igual, porque todas esas cosas que imaginé son las que me hubiera gustado que pasaran. Sueños frustrados. Y eso es lo que no quiero perderme cuando tenga un hijo. Los llantos, las caras divertidas, el olor a vomito, los pañales, los chanchos, la despedida ansiosa del primer día de colegio, el abrazo inseguro del último día de clases, los minutos en silencio sentados en la galucha a medio caer del Santa Laura. Su primer día de vida. Estar, simplemente, estar. La relación más importante y que más me ha marcado es, justamente, la que no ha existido.
Hace 3 días nació la guagua de un gran amigo, una linda niña de 3 kilos y medio. Perdona por no poder recibirte en un mejor mundo, pero en eso estamos. Espero de verdad que usted, amigo mío, pueda disfrutar de esas y otras muchas cosas más, como los pololos rancios y marihuaneros, las cuentas del teléfono, los ataques de histeria, etc, etc. Saludos también a vuestra compañera, que es quien en realidad se lleva toda la pega. Salud por vuestra familia, por sus planes y proyectos.
Salud también para que los miedos se disipen, por las nuevas fuerzas, por el tiempo recobrado. Porque nunca es demasiado tarde, porque la unión hace la fuerza y porque la muerte es lo único que nos puede separar de lo perdido.