10.13.2007

Dios no es verbo ni sustantivo

Cortádles las orejas a quien no escucha,
pues sus oídos, con cerumen cristiano,
permanecen en el placentero silencio.
Mientras, la ceguera se rinde ante la belleza
del dinero, de la cruz y la corona judía.

Secreto inconfesable ante el párroco,
el de siempre, el de la esquina,
con misterios diabólicos bajo su sotana
limpia las culpas de la becerra minoría.

Te miraré de frente, a tus ojos sobornados,
que se nublaron frente a las balas,
que silbaban sobre la pobreza,
pero no quitaron la vista al pubis uniformado.

Perpetua es tu condena, sucia tu conciencia
será peor el infierno para quien no testifica
a quien se calla por plata,
por cómodas cuotas el fin de semana.

No me culpes por lo que pienso.
No rectifiques mi camino.

No metas las manos en mi bolsillo,
sólo tengo semillas y tallos,
que plantaré en el jardín del pecado,
donde los malos duermen tranquilos,
y en un rezo honesto,
piden justicia por lo que ha pasado.



Dedicado al cura Christian von Wernich, condenado a cadena perpetua por participar en violaciones a los derechos humanos durante la dictadura en Argentina.