9.09.2007

Mocosillo conquista París

En pocas horas más el entrañable Mocosillo parte al viejo contiente, o a su nuevo contiente, dependiendo del punto de vista. Las despedidas correspondientes se hicieron en este maratónico fin de semana, tal como nuestros carretes de antaño, con los primeros jarrones de Fantín y el desperdicio que ya se asomaba bajo nuestras zapatillas de lona. Hoy, a largos años de esas jornadas, y sin más cambios que el diámetro de nuestras poncheras, puedo decir que es una despedida con sentimientos confusos. El siempre desagradable "adiós" tiene otro cariz, tal vez un poco más amable. Menos desgarrador, para ser más específico. Primero porque es un viaje con vuelta establecida, aunque lejana en el tiempo. Nadie sabe lo que le puede pasar a este loco genial en las "europas" (como diría Don Ramón), dígase un amor fulminante con las siempre bellas francesas, un cambio de sexo en Holanda, una redada de drogas en Oslo... qué se yo, sea lo que sea, lo tendremos de vuelta. Sin embargo, es ese sentimiento el que provoca la confusión. Tal vez, lo mejor sería que Mocosillo sea un patrimonio de la humanidad y no volviera. Es triste reconocerlo, pero el desarrollo de su genialidad está, sin dudas, en Francia, o en cualquier país donde la ciencia sea importante y reconocida. Acá la estupidez nos invade y se nos pega en el cuerpo como la mugre.

Como mi cabeza está absolutamente destruída por las miles de horas viendo tele, me es imposible no relacionar todo esto con la película "En busca del destino". Ahí un grupo de amigos vive en bares, tomando cerveza a destajo e intentando ligarse minas. Algunas veces les resulta, casi como para afirmar la regla en la excepción. En ese grupo había un genio en las matemáticas, capaz de derrumbar teorías y confirmar otras. Sin embargo, a él le importaba un pepino todo y no pensaba sino en seguir chupando un día más. Cada vez que los amigos lo iban a buscar a su casa, uno de ellos le decía: "El día que esté verdaderamente feliz, será cuando te venga a buscar a este basurero y ya no te encuentre". Hasta que un buen día lo fueron a buscar, el amigo no estaba y todos supieron de inmediato que estaría mucho mejor. Bueno, toda esta vuelta es para decir que nuestro Mocosillo, este extraño personaje (para aquellos de visiones más limitadas) protagonista de las más increíbles historias, dejó el chiquero. Agarró maletas y partió a descubrir el mundo. Como en las aventuras de Rocco, nuestro ex ídolo (por lo menos para mí), en las ciudades europeas, espero que vayas a la conquista de París y que no dejes de visitar Praga. Un fuerte y apretado abrazo, Mocosillo, nos volveremos a ver en algún lugar del mapa.