Cuando las cosas no resultan, cuando no se sabe nada, cuando el paso en falso es más que un miedo, cuando me pierdo en el torrente, cuando me ahogo en el humo verdoso, cuando canto a la sala vacía, cuando leo lo que escribo, cuando despierto en el sueño, cuando sueño despierto, cuando me ato de pies y manos, cuando me congelo, cuando me lluevo. Para eso y otras cosas más, un par de temas siempre ayudan para evitar seguir mordiéndose la lengua y tragarse la sangre. Catarsis, terapia de shock. Música, simplemente eso.
Ranking :
1º- Elvis, My Way
2º- Incubus, Mexico
3º- Pedro Aznar, Que he sacado con quererte (Violeta Parra)
4º- Víctor Jara, Manifiesto
5º- Silvio Rodríguez, El Necio
6º- Beck, Everybody´s got to learn sometimes
Bonus track
Pink Floyd, Confortably Numb
7.09.2008
7.03.2008
Recuerdos extraños
Son días de reuniones con viejas amistades. Volver a compartir con los amigotes de la U y ahora con los del Nacional. Con esos que hace 10 años se iban a matar porros a Calama, pero sin la funa televisiva tras las nucas. Recordando una de las tantas aventuras, se me vino a la memoria aquella tarde deportiva cuando revertimos la nefasta campaña en el campeonato de Fútbol del Instituto. Luego de un par de goleadas en contra, necesitábamos un miserable empate para pasar a segunda ronda. Ya con el pesimismo sobre nuestras espaldas y con la derrota anticipada en nuestras cabezas, fuimos a jugar sólo por el compromiso. En frente teníamos al 3º no sé cuanto, donde su máxima estrella era un regordete talentoso al que no por nada le decían "El Maradona". Nosotros no más contábamos con una delantera integrada por un poco habilidoso Nicolás y Fofas, el jugador con peor estado físico del torneo. Además estaban Las Torres Gemelas Olivares y Cartes, el escurridizo y manosuelta Joaquín Contreras, el Bombardero Israel, el Locomotora Villanueva, entre otros. Por supuesto, al arco yo, el Araña Negra.
El partido, como muchos otros, fue de mal en peor, pero aperrábamos con el empate y con la clasificación. Eso hasta que una injustificada falta de Cartes dentro del área nos dejaba con una pata fuera del campeonato. Frente al punto penal, "El Maradona"; bajo los 3 palos, yo.
Sonó el pitido del árbitro. Luego, la carrera del Maradona hacia la pelota, su cara de furia, su pie sobre el balón, el silbido de la pelota rompiendo el viento, la atenta mirada de mis compañeros... mi nula respuesta después del disparo. Para no quedarme parado, cerré los ojos y me lancé hacia la nada, pensando en si sería fuerte el costalazo. Estiré la mano casi por compromiso, imitando aquellas voladas del Goyco en Italia 90. El cliché de los segundos convertidos en eternidad se hacía comprobable, porque me sentía volando a lo Benji Price. Eso hasta que una inoportuna piedra se incrustó en mis costillas tras el aterrizaje. En medio del dolor, el grito victorioso de mis compañeros anunciaban la proeza. Según los propios testigos, me pegué una volada inigualable que mandó la pelota al corner. Los gritos de júbilo me rodeaban, mientras en el punto penal el Maradona se arrodillaba y tapaba su cara con las manos. El partido terminó a los pocos minutos y celebramos nuestro pequeño triunfo moral, porque a pesar del empate, igual quedamos eliminados.
Buenos tiempos y recuerdos, aunque lejanos. Tanto que incluso las historias pueden sufrir algunas pequeñas variaciones y distorciones, pero sólo las suficientes para convertirlas en esos mitos que nos alegran la vida.
El partido, como muchos otros, fue de mal en peor, pero aperrábamos con el empate y con la clasificación. Eso hasta que una injustificada falta de Cartes dentro del área nos dejaba con una pata fuera del campeonato. Frente al punto penal, "El Maradona"; bajo los 3 palos, yo.
Sonó el pitido del árbitro. Luego, la carrera del Maradona hacia la pelota, su cara de furia, su pie sobre el balón, el silbido de la pelota rompiendo el viento, la atenta mirada de mis compañeros... mi nula respuesta después del disparo. Para no quedarme parado, cerré los ojos y me lancé hacia la nada, pensando en si sería fuerte el costalazo. Estiré la mano casi por compromiso, imitando aquellas voladas del Goyco en Italia 90. El cliché de los segundos convertidos en eternidad se hacía comprobable, porque me sentía volando a lo Benji Price. Eso hasta que una inoportuna piedra se incrustó en mis costillas tras el aterrizaje. En medio del dolor, el grito victorioso de mis compañeros anunciaban la proeza. Según los propios testigos, me pegué una volada inigualable que mandó la pelota al corner. Los gritos de júbilo me rodeaban, mientras en el punto penal el Maradona se arrodillaba y tapaba su cara con las manos. El partido terminó a los pocos minutos y celebramos nuestro pequeño triunfo moral, porque a pesar del empate, igual quedamos eliminados.
Buenos tiempos y recuerdos, aunque lejanos. Tanto que incluso las historias pueden sufrir algunas pequeñas variaciones y distorciones, pero sólo las suficientes para convertirlas en esos mitos que nos alegran la vida.
6.26.2008
Centenario de Allende, parte 2
Salvadores
Ni las llamas traicioneras,
ni los fúnebres estadios,
ni las balas sobres nuestras cabezas,
ni el terror organizado.
Ni las manos amarradas,
ni el escondite ilegalizado,
ni las penas de nuestras madres,
ni el llanto desconsolado.
Ni el canto del villano,
ni el grito y el escupitajo,
ni la corriente, ni el calabozo,
ni los ojos vendados.
Ni el miedo en las alamedas,
ni las sirenas por todos lados,
ni mis manos temblorosas,
ni el castigo uniformado.
Ni la lejanía de mil voces,
ni el olvido de la mujer que amo,
ni la guitarra muda,
ni el poema desgarrado.
Ni cien años bastan,
ni mil años tampoco,
ni siquiera pensar en la derrota
si es tu senda en la que avanzamos.
Centenario de Salvador Allende
Allende (Mario Benedetti)
Para matar al hombre de la paz,
para golpear su frente limpia de pesadillas,
tuvieron que convertirse en pesadilla.
Para vencer al hombre de la paz
tuvieron que congregar todos los odios
y además los aviones y los tanques.
Para batir al hombre de la paz
tuvieron que bombardearlo hacerlo llama,
porque el hombre de la paz era una fortaleza.
Para matar al hombre de la paz
tuvieron que desatar la guerra turbia,
para vencer al hombre de la paz
y acallar su voz modesta y taladrante
tuvieron que empujar el terror hasta el abismo
y matar más para seguir matando.
Para batir al hombre de la paz
tuvieron que asesinarlo muchas veces,
porque el hombre de la paz era una fortaleza.
Para matar al hombre de la paz
tuvieron que imaginar que era una tropa,
una armada, una hueste, una brigada,
tuvieron que creer que era otro ejército,
pero el hombre de la paz era tan solo un pueblo
y tenía en sus manos un fusil y un mandato
y eran necesarios más tanques, más rencores,
más bombas, más aviones, más oprobios,
porque el hombre de la paz era una fortaleza.
Para matar al hombre de la paz,
para golpear su frente limpia de pesadillas,
tuvieron que convertirse en pesadilla.
Para vencer al hombre de la paz
tuvieron que afiliarse siempre a la muerte
matar y matar más para seguir matando
y condenarse a la blindada soledad.
Para matar al hombre que era un pueblo
tuvieron que quedarse sin el pueblo
Para matar al hombre de la paz,
para golpear su frente limpia de pesadillas,
tuvieron que convertirse en pesadilla.
Para vencer al hombre de la paz
tuvieron que congregar todos los odios
y además los aviones y los tanques.
Para batir al hombre de la paz
tuvieron que bombardearlo hacerlo llama,
porque el hombre de la paz era una fortaleza.
Para matar al hombre de la paz
tuvieron que desatar la guerra turbia,
para vencer al hombre de la paz
y acallar su voz modesta y taladrante
tuvieron que empujar el terror hasta el abismo
y matar más para seguir matando.
Para batir al hombre de la paz
tuvieron que asesinarlo muchas veces,
porque el hombre de la paz era una fortaleza.
Para matar al hombre de la paz
tuvieron que imaginar que era una tropa,
una armada, una hueste, una brigada,
tuvieron que creer que era otro ejército,
pero el hombre de la paz era tan solo un pueblo
y tenía en sus manos un fusil y un mandato
y eran necesarios más tanques, más rencores,
más bombas, más aviones, más oprobios,
porque el hombre de la paz era una fortaleza.
Para matar al hombre de la paz,
para golpear su frente limpia de pesadillas,
tuvieron que convertirse en pesadilla.
Para vencer al hombre de la paz
tuvieron que afiliarse siempre a la muerte
matar y matar más para seguir matando
y condenarse a la blindada soledad.
Para matar al hombre que era un pueblo
tuvieron que quedarse sin el pueblo
6.20.2008
A mis colegas
El domingo 15 de junio murió Hernán Barahona. Seguramente muchos se preguntarán quién es este tipo. Seguramente muchos no sabrán de su legado histórico, ni menos de su legado profesional. Meses atrás murió Pedro Pavlovic y la comunidad entera se sumió en la congoja y la pena. Se iba un "grande". Pero ese calificativo le quedaba sólo para su estampa, porque su legado intrascendente y vendido, sólo fue el representativo de una generación de periodistas sumisos y ciegos antes los atropellos. Porque mientras muchos colegas periodistas peleaban en las trincheras por una verdadera libertad de expresión, por darle tribuna a las voces que nunca fueron consideradas, otros hacían oídos sordos y se mostraban como los próceres reporteando la vuelta ciclista de Chile o poniéndo el micrófono a los artistas que venían al festival de viña. Mientras Pavlovic y compañía limpiaban su imagen facista y encubridora de los crímenes contra sus colegas, otros seguían en pie de lucha, desde la clandestinidad, desde los recovecos, con el fusil tras sus espaldas y con su voz como única defensa.
El compañero Barahona fue quien sacó adelante la radio Nuevo Mundo, voz de los olvidados, de los oprimidos, de los que no salen en late shows ni en prime time. De los que no reciben regalías para navidad, ni los que pagan su vida defendiendo los intereses de unos cuantos. Fue quien para el 11 de septiembre de 1973 estaba a cargo de la dirección de Radio Magallanes; quien rescató el mayor documento político e histórico del siglo xx y seguramente de los siglos que vienen. Fue él quien resguardó con su vida el último discurso de Salvador Allende, ése donde auguraba la apertura de las grandes alamedas y el paso del hombre libre, ése donde vitoreaba al pueblo, a los trabajadores y a Chile.
Barahona nunca construyó un imperio comunicacional, no sucumbió al dúopolio ni al golpe sensacionalista. No sucumbió al paso del tiempo ni al desgano generacional. No sucumbió ante los traidores del micrófono ni ante los nefastos de las prensas. Simplemente, nunca sucumbió.
Compañero y colega, desde este rincón saludo su ejemplo de consecuencia. Nunca serás nombrado en las aulas, ni recordado en el colegio de Periodistas, pero ambos sabemos que tu ejemplo es profundo, rebelde y revolucionario. Y no callaremos, aunque en eso se nos vaya la vida.
El compañero Barahona fue quien sacó adelante la radio Nuevo Mundo, voz de los olvidados, de los oprimidos, de los que no salen en late shows ni en prime time. De los que no reciben regalías para navidad, ni los que pagan su vida defendiendo los intereses de unos cuantos. Fue quien para el 11 de septiembre de 1973 estaba a cargo de la dirección de Radio Magallanes; quien rescató el mayor documento político e histórico del siglo xx y seguramente de los siglos que vienen. Fue él quien resguardó con su vida el último discurso de Salvador Allende, ése donde auguraba la apertura de las grandes alamedas y el paso del hombre libre, ése donde vitoreaba al pueblo, a los trabajadores y a Chile.
Barahona nunca construyó un imperio comunicacional, no sucumbió al dúopolio ni al golpe sensacionalista. No sucumbió al paso del tiempo ni al desgano generacional. No sucumbió ante los traidores del micrófono ni ante los nefastos de las prensas. Simplemente, nunca sucumbió.
Compañero y colega, desde este rincón saludo su ejemplo de consecuencia. Nunca serás nombrado en las aulas, ni recordado en el colegio de Periodistas, pero ambos sabemos que tu ejemplo es profundo, rebelde y revolucionario. Y no callaremos, aunque en eso se nos vaya la vida.
5.27.2008
Cuando cambie
Ahí estaban, frente a frente, con las miradas encontradas en un punto del universo indescifrable, perdido en medio de la oscuridad, del tiempo y del olvido. El flaco apretó sus puños con fuerza, tanto que comenzó a enterrarse las uñas en la palma. No se dio cuenta. Las piernas le temblaban, tenía miedo y un sudor frío comenzaba a empapar sus sobacos. Tenía miedo de mearse. Tenía un miedo conchesumadre a muchas otras cosas, pero ahí seguía, a pesar de todo, con una decisión que hasta a él mismo le parecía extraña.
Le dieron ganas de vomitar. Comenzó a respirar corto y rápido, tratando de evitar devolver el sabor ácido que subía por su garganta. "Pega culiao, pega", pensaba repetidamente y sin parar, como metralleta cargada de proclamas victoriosas. Los músculos de la espalda se le tensaron. Apretó los dientes con fuerza y arrugó el ceño. El corazón le latía descontrolado. Así quedó esperando el primer golpe, el puño certero y furioso sobre su cara, sobre su ingenua idea de que podría soporarlo.
Finalmente se meó. Mojó sus pantalones y las zapatillas. El piso se inundó con su orina rojiza, ensangrentada desde la última paliza que su viejo le había dado. Y ahí estaban nuevamente, el flaco con su miedo eterno y el viejo borracho con sus ganas de hacerlo mierda.
El flaco no se dio cuenta cuando la mano del viejo estaba sobre su cara. Tampoco se dio cuenta cuando estaba tirado sobre el piso meado. No sintió los pisotones sobre su espalda ni la voz de su madre que desde algún lugar de la casa gritaba que por favor parara todo esto. El flaco cerró los ojos, nubló su mente, esperó que la noche pasara rápido y en murmullos repitió una y otra vez que esta sí sería la última. Y pensando en ese deseo victorioso esperó el nuevo día.
Le dieron ganas de vomitar. Comenzó a respirar corto y rápido, tratando de evitar devolver el sabor ácido que subía por su garganta. "Pega culiao, pega", pensaba repetidamente y sin parar, como metralleta cargada de proclamas victoriosas. Los músculos de la espalda se le tensaron. Apretó los dientes con fuerza y arrugó el ceño. El corazón le latía descontrolado. Así quedó esperando el primer golpe, el puño certero y furioso sobre su cara, sobre su ingenua idea de que podría soporarlo.
Finalmente se meó. Mojó sus pantalones y las zapatillas. El piso se inundó con su orina rojiza, ensangrentada desde la última paliza que su viejo le había dado. Y ahí estaban nuevamente, el flaco con su miedo eterno y el viejo borracho con sus ganas de hacerlo mierda.
El flaco no se dio cuenta cuando la mano del viejo estaba sobre su cara. Tampoco se dio cuenta cuando estaba tirado sobre el piso meado. No sintió los pisotones sobre su espalda ni la voz de su madre que desde algún lugar de la casa gritaba que por favor parara todo esto. El flaco cerró los ojos, nubló su mente, esperó que la noche pasara rápido y en murmullos repitió una y otra vez que esta sí sería la última. Y pensando en ese deseo victorioso esperó el nuevo día.
5.19.2008
Santiago en 10 palabras, parte 2
"Tus ojos me recuerdan las noches que no he vivido"
canción para hoy:
desperté, de café tacuba
canción para hoy:
desperté, de café tacuba
5.12.2008
Frío
Entrecano se vuelve el pelo,
mientras las horas silban
sobre mi hombro, sobre la conciencia
del que lucha y pierde,
del que pierde sin luchar.
Cobardía ingrata,
razón iracunda
llena de odio hacia la nada
se pierde y cae,
se pierde y duele,
como vida desheredada,
como ojos vidriosos
frente a mi boca callada.
Digo sin decir palabra,
mis manos tiemblan
y buscan cobijo,
frente a frente,
arrepentimientos encontrados
en las horas finales,
minutos indecisos,
antes de empezar de cero.
Y no olvido,
y no bajo la mirada,
es lo que queda
en toda historia truncada.
La pena vuela,
y mi canto se desarma,
en este frío de mierda
que hoy me atrapa.
Canción para hoy:
El viejo comunista, de Manuel García
mientras las horas silban
sobre mi hombro, sobre la conciencia
del que lucha y pierde,
del que pierde sin luchar.
Cobardía ingrata,
razón iracunda
llena de odio hacia la nada
se pierde y cae,
se pierde y duele,
como vida desheredada,
como ojos vidriosos
frente a mi boca callada.
Digo sin decir palabra,
mis manos tiemblan
y buscan cobijo,
frente a frente,
arrepentimientos encontrados
en las horas finales,
minutos indecisos,
antes de empezar de cero.
Y no olvido,
y no bajo la mirada,
es lo que queda
en toda historia truncada.
La pena vuela,
y mi canto se desarma,
en este frío de mierda
que hoy me atrapa.
Canción para hoy:
El viejo comunista, de Manuel García
4.24.2008
relaciones personales
Es raro que a veces uno tenga una relación especial con algo o alguien, por lo menos para mí. Llevarme bien con las personas no es mi mayor especialidad. Sin embargo, con las contadas y precisas he logrado una afinidad impensada, dada por las más diversas razones: políticas, musicales, cinematográficas o simplemente porque se tenía que dar. Eso es bueno. Pensé que algunas no iban a romperse, sin embargo eso pasó y no creo que tenga vuelta atrás. Eso también es bueno. El asunto es que uno siempre necesita tener una relación especial, ya sea para sentirse parte de algo, para hacer algo por el mundo, para entregarse a alguna causa, para entregarse a otra persona, para odiar, crear, imaginar, reir, disfrutar, para hacer y deshacer.
Años atrás tuve un vecino que tenía hemiplejia. Éramos muy amigotes. Llegabamos del colegio y de inmediato nos íbamos a la plaza que quedaba frente a nuestras casas. Así pasabamos la tarde, pateando la pelota, sucios, hediodos a culo, con el pelo empapado en sudor y la ingenua idea de que siempre todo iba a ser así. Era divertido jugar a la pelota con él, porque era cojo y tenía el brazo derecho más corto, pero lo intentaba y en ese intento nos cagábamos de la risa. Se creía Ruud Gullit. Hace pocos días me encontré con su hermana y me contaba lo que fue de sus vidas después que se fueron del barrio. Sus padres se separaron, ella se fue con su madre y mi amigo cojo, con su viejo. Ella estudiaba en un instituto algo que ya no me acuerdo y él termino preso por andar robando radios, entre otras cosas. Es raro imaginarse a un lanza cojo. O sea, mi amigo igual era rápido, como que la pata de chicle le daba un impulso medio anormal. Y me pasé toda la noche intentando reconstruir una amistad que fue. Terminé recreando todas las cosas que fueron y que podrían haber sido.
La verdad es que nunca antes había pensado en mi eventual vida si no hubiera muerto mi viejo. Que difícil saberlo. Porque a estas alturas ya tengo bien pocas referencias suyas. Es complejo imaginarse algo que no se ha tenido, reconstruir un lazo que nunca estuvo. De hecho, me cuesta escribir la palabra "viejo", me suena forzada, como inundada de una carga negativa, un tanto falsa e irreal. Claro, imaginé tardes en la plaza, imaginé el aplauso desde la galería en los partidos de fútbol, las felicitaciones por haber entrado al Instituto Nacional, una despedida nerviosa antes de ir a rendir la PAA, el saludo cariñoso y medio copeteado en el asado de festejo por la titulación. Me imaginé unas cuantas borracheras junto a mi viejo, hablando de las contrataciones de la Unión y de una que otra decepción amorosa. Fueron varias las situaciones que aparecieron, pero siempre con un ente borroso como imagen paterna. Un fantasma, un cuerpo sin cara, un rostro con mosaicos, qué sé yo.
Fuerte igual, porque todas esas cosas que imaginé son las que me hubiera gustado que pasaran. Sueños frustrados. Y eso es lo que no quiero perderme cuando tenga un hijo. Los llantos, las caras divertidas, el olor a vomito, los pañales, los chanchos, la despedida ansiosa del primer día de colegio, el abrazo inseguro del último día de clases, los minutos en silencio sentados en la galucha a medio caer del Santa Laura. Su primer día de vida. Estar, simplemente, estar. La relación más importante y que más me ha marcado es, justamente, la que no ha existido.
Hace 3 días nació la guagua de un gran amigo, una linda niña de 3 kilos y medio. Perdona por no poder recibirte en un mejor mundo, pero en eso estamos. Espero de verdad que usted, amigo mío, pueda disfrutar de esas y otras muchas cosas más, como los pololos rancios y marihuaneros, las cuentas del teléfono, los ataques de histeria, etc, etc. Saludos también a vuestra compañera, que es quien en realidad se lleva toda la pega. Salud por vuestra familia, por sus planes y proyectos.
Salud también para que los miedos se disipen, por las nuevas fuerzas, por el tiempo recobrado. Porque nunca es demasiado tarde, porque la unión hace la fuerza y porque la muerte es lo único que nos puede separar de lo perdido.
Años atrás tuve un vecino que tenía hemiplejia. Éramos muy amigotes. Llegabamos del colegio y de inmediato nos íbamos a la plaza que quedaba frente a nuestras casas. Así pasabamos la tarde, pateando la pelota, sucios, hediodos a culo, con el pelo empapado en sudor y la ingenua idea de que siempre todo iba a ser así. Era divertido jugar a la pelota con él, porque era cojo y tenía el brazo derecho más corto, pero lo intentaba y en ese intento nos cagábamos de la risa. Se creía Ruud Gullit. Hace pocos días me encontré con su hermana y me contaba lo que fue de sus vidas después que se fueron del barrio. Sus padres se separaron, ella se fue con su madre y mi amigo cojo, con su viejo. Ella estudiaba en un instituto algo que ya no me acuerdo y él termino preso por andar robando radios, entre otras cosas. Es raro imaginarse a un lanza cojo. O sea, mi amigo igual era rápido, como que la pata de chicle le daba un impulso medio anormal. Y me pasé toda la noche intentando reconstruir una amistad que fue. Terminé recreando todas las cosas que fueron y que podrían haber sido.
La verdad es que nunca antes había pensado en mi eventual vida si no hubiera muerto mi viejo. Que difícil saberlo. Porque a estas alturas ya tengo bien pocas referencias suyas. Es complejo imaginarse algo que no se ha tenido, reconstruir un lazo que nunca estuvo. De hecho, me cuesta escribir la palabra "viejo", me suena forzada, como inundada de una carga negativa, un tanto falsa e irreal. Claro, imaginé tardes en la plaza, imaginé el aplauso desde la galería en los partidos de fútbol, las felicitaciones por haber entrado al Instituto Nacional, una despedida nerviosa antes de ir a rendir la PAA, el saludo cariñoso y medio copeteado en el asado de festejo por la titulación. Me imaginé unas cuantas borracheras junto a mi viejo, hablando de las contrataciones de la Unión y de una que otra decepción amorosa. Fueron varias las situaciones que aparecieron, pero siempre con un ente borroso como imagen paterna. Un fantasma, un cuerpo sin cara, un rostro con mosaicos, qué sé yo.
Fuerte igual, porque todas esas cosas que imaginé son las que me hubiera gustado que pasaran. Sueños frustrados. Y eso es lo que no quiero perderme cuando tenga un hijo. Los llantos, las caras divertidas, el olor a vomito, los pañales, los chanchos, la despedida ansiosa del primer día de colegio, el abrazo inseguro del último día de clases, los minutos en silencio sentados en la galucha a medio caer del Santa Laura. Su primer día de vida. Estar, simplemente, estar. La relación más importante y que más me ha marcado es, justamente, la que no ha existido.
Hace 3 días nació la guagua de un gran amigo, una linda niña de 3 kilos y medio. Perdona por no poder recibirte en un mejor mundo, pero en eso estamos. Espero de verdad que usted, amigo mío, pueda disfrutar de esas y otras muchas cosas más, como los pololos rancios y marihuaneros, las cuentas del teléfono, los ataques de histeria, etc, etc. Saludos también a vuestra compañera, que es quien en realidad se lleva toda la pega. Salud por vuestra familia, por sus planes y proyectos.
Salud también para que los miedos se disipen, por las nuevas fuerzas, por el tiempo recobrado. Porque nunca es demasiado tarde, porque la unión hace la fuerza y porque la muerte es lo único que nos puede separar de lo perdido.
4.18.2008
Enjoy the silence
Hoy callo porque me sale fácil. De frente ante todos, en pelotas, con la lengua media muerta y mis ojos enrojecidos. No debo decir nada, es sencillo, más de lo que parece. Tampoco canto, ni bailo, ni duermo. Apenas pienso. En pelotas frente a todos como condenado a muerte, como puta frente a su cliente, como el cliente frente a su billetera, veo cómo mi cuerpo cae lentamente, por partes, una a una en carrera directa hacia la decadencia. Callo porque me sale bien, porque parezco como ausente y el plagio me lo paso por la rabadilla. Si no lo digo, no existe. Sin reclamo no hay solución, sin declaración no hay guerra. Es el poder de la palabra que domina el mundo y yo cedo mi turno. Miro y actúo. Defiendo y contragolpeo, como Bud Spencer. El que lanza el primer golpe gana sólo si pelea contra su sombra. Así lo demostró Ali contra Foreman, el brabucón, en una lucha que más pareció la vida misma que box. Más silencioso fue el parkinson que en un par de segundo tenía al negro pidiendo la toalla sobre la lona. Ahí quedó el héroe, derrotado por sus propias manos.
Nadie que gana sabe callar. Porque el triunfo si no es conocido no existe, y nadie quiere su proeza perdida en la memoria. Por lo menos eso decía Goebbels, hasta que terminó lamiendo la muerte con sus amigotes mata judíos. El silencio es de los perdedores, de los anormales, de los esclavos, de los culpables y no de los inocentes. De los que esperan, de los que saben de su lucha, de los que saben que el triunfo es más que una proclama, más que un grito que siempre, pero que siempre, termina en en los oídos del que calla y ríe ante tan inocentes creencias.
Toda esta vuelta para presentar un cover buenísimo de un clásico... Enjoy the Silence por Tori Amos
Nadie que gana sabe callar. Porque el triunfo si no es conocido no existe, y nadie quiere su proeza perdida en la memoria. Por lo menos eso decía Goebbels, hasta que terminó lamiendo la muerte con sus amigotes mata judíos. El silencio es de los perdedores, de los anormales, de los esclavos, de los culpables y no de los inocentes. De los que esperan, de los que saben de su lucha, de los que saben que el triunfo es más que una proclama, más que un grito que siempre, pero que siempre, termina en en los oídos del que calla y ríe ante tan inocentes creencias.
Toda esta vuelta para presentar un cover buenísimo de un clásico... Enjoy the Silence por Tori Amos
4.11.2008
4.08.2008
Campaña
3.31.2008
Invierno prematuro
Nuevamente la ventana cerrada. Así se termina la temporada, con un gesto de no más de cinco segundos, rápido e insufrible, torpe, apurado. Intento retener el calor veraniego, que no escape, lo abrazo tímidamente, casi con culpa. El sol se escabulle allá lejos y mi dormitorio vuelve a las sombras. Con el frío me duele algo más que los dedos de las manos y de los pies. Mi estómago se contrae, los músculos se retuercen buscando cobijo en la grasa abdominal. La lengua en esta ocasión también decide refugiarse en un lugar húmedo y seguro. Con mi boca se conforma. El temblor se apodera de mí. Al ritmo de un blues melancólico me voy encogiendo en una implosión que ya venía venir semanas atrás, cuando la noche no me entregó nada, ni siquiera una de esas estrellas perdidas en los sueños de los amorosos de siempre. La fogata romanticona fue apagada a pisotones por las Converse negras, sin dejar espacio a un rebrote, a un fuego tardío que ayudara a pasar mayo, junio y julio. Es la época del kerosene, el calor artificial, el chaleco a la mano, el gorro desilachado, el doble calcetín, porque todo sirve para pasar el invierno.
La lluvia aún no aparece. Las nubes vienen en camino y no estoy preparado. Aún ando en polera, esperando, tal vez, los últimos rayos de sol, los últimos destellos de color antes del lúgubre gris capitalino. La suerte está tirada. El frío me congela las ideas y no hago más que escupir polvo, tierra y arena. Cierro las cortinas, mientras me contraigo, de a poco, en torno al humo verdoso de una "tila", que es lo único que ahora me queda.
3.26.2008
Desayuno de campeones
Si usted es de los que se anda quedando dormido en la pega, cabecea contra el vidro de la micro, pestañea mientras hace sus labores, o si las sábanas lo andan siguiendo hasta el mediodía, la única solución es tomarse un buen desayuno. Es por eso que en esta nueva entrega de Ganchoalcerebro, le recomendamos una merienda que lo dejará paradito todo el día. Nada de leche cultivada, jamón ahumado, pan integral... blasfemias!!! Aquí la receta y preparación de los sabrosos y potentes "Huevos a lo Manuel Rodríguez" (Según la leyenda, esta receta fue clave en la independencia de Chile... quién sabe).Esta preparación es como una bailarina del Salamandra... Rica, fácil y barata (lo de rica va entre comillas).
Ingredientes:
-2 huevos
-1 lámina de queso
-1 cebolla
-1 diente de ajo
- azúcar
- sal
- orégano
- Cepillo y pasta de dientes (ya se imaginarán por qué)
La preparación en el siguente videito:
Ingredientes:
-2 huevos
-1 lámina de queso
-1 cebolla
-1 diente de ajo
- azúcar
- sal
- orégano
- Cepillo y pasta de dientes (ya se imaginarán por qué)
La preparación en el siguente videito:
3.16.2008
odio todo, especialmente la tecnología
-1.20 de la mañana. Estoy desde las 5 de la tarde intentando arreglar mi computador. Tenìa que reinstalar un programa que no me funcionaba y con tanto webeo, terminé reseteando e instalando nuevamente el windows vista. Cada minuto que pasa más me desespero, porque tengo que capturar unos videos para mañana a las 9. O sea, para 8 horas màs... y recién estoy descargando una nueva versiòn del premiere, porque la versión antigua no me funcionó y estoy hasta el copi!!! Si fuera mina ya estarìa llorando, seguro. No sé por qué esta tonterita del computador siempre tiene algún problema. Desde aquellos tiempos en que uno iba a comprarse unos juegos en el persa y tìpico que no funcionaban porque faltaba el crack, porque el serial no servía o, simplemente, porque el cd estaba mal grabado. Estoy chato, porque se me pasa la noche y me falta un 30% para terminar la descarga... y si tengo suerte y me funciona a la primera, estarìa capturando los videos a eso las 3 de la mañana... y me tengo que levantar a las 7. ¿Quièn dijo que la tecnología nos facilitaba la vida? Cresta, de verdad quiero llorar, porque estoy cachando que lo que estoy haciendo no me va a funcionar. Así que mientras hago la hora, no tengo nada más que hacer que actualizar esta weá con toda mi rabia contra el señor Gates, el señor Adobe, el señor Flores y todo aquel geek que hubiera arreglado esta cagada que tengo en un par de minutos. En fin, mejor me voy a ver rambo un rato, porque la estàn dando en Mega. Ese loko es un verdadero bacán, porque arregla el mundo a punta de balazos y flechas con bombas... nada de mariconadas cibernéticas.
3.09.2008
la incomodidad del amor
Hace un par de días un niño de no más de 6 años me preguntó qué era el amor. Más allá de la incomodidad que un cabro chico te interrogue, el problema fue que realmente no tenía respuesta alguna. Respondí una tontera que ni siquiera hoy me acuerdo. Seguramente un chiste machista, o una frase media resentida como "el amor es un invento del mercado" o "es una tortura implantada desde la época de Pinochet". Para variar, estuve dándole vueltas a la situación por mucho rato. Porque más allá de todo planteamiento filosófico pajero o sentimentalismo mamón, debo reconocer que años atrás pude ver el amor, lo vi flotar e impregnar una sala llena de personas, cada una de ellas perpleja ante tal demostración.
Fue el verano del 2005. Hacía calor y yo estaba vestido lo mejor que podía. Habían varios familiares, uno que otro desconocido. También había una mujer como de 30 años que tampoco había visto nunca. La miré bastante rato, cada detalle. En su blusa escotada me quedé pegado varios minutos. Me calenté mirándole las tetas. Para no quedar en evidencia ante tantas personas, miré para otro lado. Observé todo y a todos. Cada uno con cara de culo, aburridos, acalorados, disimulando el hastío, el asco intrínseco que producen los velorios. Me topé de frente con los ojos inquisidores del cristo de yeso colgado sobre una de las paredes. Con su mirada de borrego intentó inyectarme culpa. Sólo logró que volviera a mirarle el culo a esa mujer, que tiempo después supe que era una tía lejana. Fue en ese momento que mi abuela entró a la sala, de riguroso negro, aferrada a los brazos de mi vieja, sosteniendo apenas un ramo de flores blancas. Todos quedaron en silencio y le abrieron el paso hacia donde estaba el féretro. Me acordé de la escena en que Moisés abría las aguas del mar para que pasaran los judíos. Volví a mirar al cristo, ahora en complicidad.
En la sala nadie hablaba. Sólo se escuchaba el taconeo de mi abuela. Mi vieja se quedó a un lado y soltó su brazo. Nunca había visto llorar a mi abuela. Tal vez sí, pero nunca de esa forma. Las lágrimas iban recorriendo los zurcos de su cara, en forma ordenada. Se sacó los lentes e intentó secarse, pero lloraba tanto que era improductivo hacerlo. Creo que se dio cuenta, porque volvió a ponerse los lentes. Dejó las flores sobre el ataúd y puso su mano sobre el vidrio. Yo estaba a varios metros, no podía oír lo que decía, pero al verle los labios leí claramente un "nos veremos muy pronto". Mi tío, el "tío Memo" como le decíamos todos los sobrinos, era el último hijo vivo que aún le quedaba a mi abuela. El último de cinco. Murió de cáncer y no dejaron de pelear hasta su último día vivo. Y ahí estaba mi abuela, dejando ver su amor en un llanto incontrolable, en su temblor de manos, en su boca desfigurada tratando de articular algo más que susurros incomprensibles.
Explicarle a un niño dónde y cuándo había visto el amor era una tarea complicada. Seguramente algún día sabrá lo que es, posiblemente llegue a vivirlo. Tal vez lo tenga en frente y no pueda hacer más que quitarle la mirada, tal como lo hice yo ese día, incapaz de soportar tanto afecto inservible.
Fue el verano del 2005. Hacía calor y yo estaba vestido lo mejor que podía. Habían varios familiares, uno que otro desconocido. También había una mujer como de 30 años que tampoco había visto nunca. La miré bastante rato, cada detalle. En su blusa escotada me quedé pegado varios minutos. Me calenté mirándole las tetas. Para no quedar en evidencia ante tantas personas, miré para otro lado. Observé todo y a todos. Cada uno con cara de culo, aburridos, acalorados, disimulando el hastío, el asco intrínseco que producen los velorios. Me topé de frente con los ojos inquisidores del cristo de yeso colgado sobre una de las paredes. Con su mirada de borrego intentó inyectarme culpa. Sólo logró que volviera a mirarle el culo a esa mujer, que tiempo después supe que era una tía lejana. Fue en ese momento que mi abuela entró a la sala, de riguroso negro, aferrada a los brazos de mi vieja, sosteniendo apenas un ramo de flores blancas. Todos quedaron en silencio y le abrieron el paso hacia donde estaba el féretro. Me acordé de la escena en que Moisés abría las aguas del mar para que pasaran los judíos. Volví a mirar al cristo, ahora en complicidad.
En la sala nadie hablaba. Sólo se escuchaba el taconeo de mi abuela. Mi vieja se quedó a un lado y soltó su brazo. Nunca había visto llorar a mi abuela. Tal vez sí, pero nunca de esa forma. Las lágrimas iban recorriendo los zurcos de su cara, en forma ordenada. Se sacó los lentes e intentó secarse, pero lloraba tanto que era improductivo hacerlo. Creo que se dio cuenta, porque volvió a ponerse los lentes. Dejó las flores sobre el ataúd y puso su mano sobre el vidrio. Yo estaba a varios metros, no podía oír lo que decía, pero al verle los labios leí claramente un "nos veremos muy pronto". Mi tío, el "tío Memo" como le decíamos todos los sobrinos, era el último hijo vivo que aún le quedaba a mi abuela. El último de cinco. Murió de cáncer y no dejaron de pelear hasta su último día vivo. Y ahí estaba mi abuela, dejando ver su amor en un llanto incontrolable, en su temblor de manos, en su boca desfigurada tratando de articular algo más que susurros incomprensibles.
Explicarle a un niño dónde y cuándo había visto el amor era una tarea complicada. Seguramente algún día sabrá lo que es, posiblemente llegue a vivirlo. Tal vez lo tenga en frente y no pueda hacer más que quitarle la mirada, tal como lo hice yo ese día, incapaz de soportar tanto afecto inservible.
2.25.2008
Placeres culpables
En estos momentos tengo la tele prendida. Veo el festival de viña... específicamente, el show de Chayanne. Entre baile y baile, me doy cuenta que tiene algunas canciones no tan malas, como esa que dice "tu amor cayó en el centro de mi corazón...". La verdad es que es muy mala, pero no sé por qué me gusta. Este último tiempo me he sorprendido escuchando cada weá en la radio, que derrepente me doy cuenta y cambio inmediatamente, con verguenza, sonrojado, sintiéndome ridículo. Me rio solo y trato de olvidar todo con un poco de Queens of the Stone Age, Incubus o La Floripondio. Hay que ser rudo. Un poco de letras contestatarias de Boikot también ayudan. Fiskales me vuelven a la normalidad... pero sé que en un par de estaciones más allá en el dial debe estar sonando Arjona, Ricky Martin, Coty, Lucho Jara o algo por estilo. Placeres culpables de los malos, porque una chorillana en el J. Cruz es un placer culpable, pero rico... estos tipejos no po, son malos y no hay nada que hacerle. Así y todo el lado mamón emerge, dejando al descubierto lo peor de lo nuestro. Y ya que estoy en etapa de liberación, voy a hacer mi propio ránking con los placeres culpables más culpables que he tenido durante mi vida.... disfutad, así como yo lo hago.
Número 5:
- Mis Manos En Tu Cintura, Salvatore Adamo. Un clásico de los temas cebolleros. Además que me acuerdo de esos domingos cuando era cabro chico y mi vieja se ponía a escuchar "Los 8 Magníficos" de la Aurora, mientras pasaba el chancho. Amor por osmosis debe ser.
Número 4:
- En el muelle de San Blas, Maná. Qué verguenza... pero sí, me gusta este tema. la primera vez que lo escuché fue en un cortometraje que vi en algún lado, pero no salía cómo se llamaba el tema, pero altiro me provocó un no sé qué. Un día pasaba por una disquería y había un cd de Maná para escuchar en los probadores ( no sé si aún existen). Como en esos tiempos internet apenas empezaba, encontrar canciones era más difícil, así que cuando la encontré casi me pongo a llorar (por la búsqueda, no por la canción, lógico).
Número 3:
- Mi Historia Entre Tus Dedos, Gianluca Grigniani. Que díficil este ránking. Más difícil que elegir mis películas favoritas. Así y todo, "EL"tema de este italiano chanta tiene un puesto ganado, porque cada vez que suena en la radio se deja puesto y uno se pone como getón recordando a alguna musa de la época. Es que uno igual tiene su corazoncito. Me ven rudo y todo, pero tengo sentimientos.
Número 2:
- Lo Dejaría Todo, Chayanne. Nada que decir. "Lo dejaría todo porque te quedaras, mi pasado mi credo, mi religión"... con eso basta y sobra. Lo dice todo. Qué temón por la chucha. De hecho, en estos momentos Chayanne lo canta en viña y tengo los pelos del brazo parados... Después de esto no se puede ir sin gaviota.
Número 1, número 1, número 1:
- Tu recuerdo, Ricky Martin. Sí, este es el peor de todos. Cebollero a cagar, más encima cantado por ricky en una versión unplugged y con una mina española con encanto. Es de esas canciones que van directo a cagarte... imposible que alguien me diga que no le gusta. Yo cacho que hasta el metalero de Amor Ciego la sacó en guitarra, ese debe ser su arma bajo la manga. De hecho, ya la he escuchado un par de veces mientras escribo esta cosa... y voy por otra más... es que es un placer y, a estas alturas, con muy poco de culpable. En fin.
Número 5:
- Mis Manos En Tu Cintura, Salvatore Adamo. Un clásico de los temas cebolleros. Además que me acuerdo de esos domingos cuando era cabro chico y mi vieja se ponía a escuchar "Los 8 Magníficos" de la Aurora, mientras pasaba el chancho. Amor por osmosis debe ser.
Número 4:
- En el muelle de San Blas, Maná. Qué verguenza... pero sí, me gusta este tema. la primera vez que lo escuché fue en un cortometraje que vi en algún lado, pero no salía cómo se llamaba el tema, pero altiro me provocó un no sé qué. Un día pasaba por una disquería y había un cd de Maná para escuchar en los probadores ( no sé si aún existen). Como en esos tiempos internet apenas empezaba, encontrar canciones era más difícil, así que cuando la encontré casi me pongo a llorar (por la búsqueda, no por la canción, lógico).
Número 3:
- Mi Historia Entre Tus Dedos, Gianluca Grigniani. Que díficil este ránking. Más difícil que elegir mis películas favoritas. Así y todo, "EL"tema de este italiano chanta tiene un puesto ganado, porque cada vez que suena en la radio se deja puesto y uno se pone como getón recordando a alguna musa de la época. Es que uno igual tiene su corazoncito. Me ven rudo y todo, pero tengo sentimientos.
Número 2:
- Lo Dejaría Todo, Chayanne. Nada que decir. "Lo dejaría todo porque te quedaras, mi pasado mi credo, mi religión"... con eso basta y sobra. Lo dice todo. Qué temón por la chucha. De hecho, en estos momentos Chayanne lo canta en viña y tengo los pelos del brazo parados... Después de esto no se puede ir sin gaviota.
Número 1, número 1, número 1:
- Tu recuerdo, Ricky Martin. Sí, este es el peor de todos. Cebollero a cagar, más encima cantado por ricky en una versión unplugged y con una mina española con encanto. Es de esas canciones que van directo a cagarte... imposible que alguien me diga que no le gusta. Yo cacho que hasta el metalero de Amor Ciego la sacó en guitarra, ese debe ser su arma bajo la manga. De hecho, ya la he escuchado un par de veces mientras escribo esta cosa... y voy por otra más... es que es un placer y, a estas alturas, con muy poco de culpable. En fin.
2.21.2008
señorita, tengo una duda
Son raros esos momentos en que uno dibuja el plan de lo que será el año, sobretodo para alguien como yo que pocas veces planifico alguna cosa. Esta vez me pasó cuando venía de regreso a Santiago. Ahí estaba, sentado, mirando los cerros pelados, pensando en la rutina que me ayudaría a matar los meses del 2008. El pituto salvador que me financie hasta que me vaya. Los trabajos inestables de siempre, que piojentos y todo, me llaman más la atención que otras pegas, por lo menos todas las que están ligadas al periodismo. Por la cresta que me arrepiento de haber estudiado esta weá. Si no fuera por mis amigotes, aborrecería al 100% de los periodistas. Sería un periodisticida. Sería guardia de seguridad de algún artista y me pondría a pegar codazos a los pelotudos que hacen parafernalia por las puras. Pondría una bomba en todos esos locales donde se juntan a balbucear triunfos perecederos, intrascendentes, pero con los que se sienten superior al resto de los mortales, una raza perfeccionada, una elite intelectual que todo lo sabe, que todo lo domina, una manga de aburguesados maracos que son capaces de vender el culo de sus madres por defenderle la retaguardia a quienes le pagan la vida... Creo que he aprendido más fuera de la universidad que dentro. Una pérdida de tiempo que se salva apenas por algunos eventos extracurriculares. Bueno, la verdad es que también he aprendido más de la vida viendo al Chavo del 8 que sacando lecciones de Nieztche o Heiddegger. ¿Y eso será todo?, ¿Trabajar en algo y luego irme?, ¿Así de fácil?, ¿Y Fidel?, ¿y los imponderables de siempre?, ¿y los goles en contra al último minuto?, ¿y el paco escondido tras las rocas mientras nos fumamos unos atontaguayos?, ¿y las viejas y conocidas risotadas que Don Jeshu se pega frente a nosotros, siempre? ¿Así de fácil, llegar e irse? No sé, sigo pensando en si habrá algún motivo que haga quedarme. A veces puedo a llegar pensar que sí, pero después lo desecho, total, nunca me ha importado nada ni nadie. Esa era la gracia que le encontraba al periodismo de la vieja escuela, al de las aventuras de Hemmingway metido en las trincheras republicanas, al de las peleas de Bukowsky en los puteríos de mala muerte, a los cócteles de drogas en los suburbios de Hollywood que se pegaba Henry Miller, mientras deambulaba por el mundo. ¿Y ahora qué chucha? ¿Así de fácil? ¿No será mejor el perrito que me ladre cuando haga sonar las llaves de la casa? Hay cosas para las que uno no está hecho, de eso hace rato me di cuenta... ¿pero si existe una pequeña posibilidad de que toda esa mierda que odiaste te guste?, ¿y terminar como los miles de millones que nacen, crecen y mueren?, ¿rutina o fracaso?, ¿existe otra posibilidad?
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